"Les comunico que no aspiraré ni aceptaré- repito- no aspiraré ni aceptaré"
Fidel: el turno de los mortales
"EL primer efecto de la noticia es que va a amortiguar la de su muerte. Ya no va a ser lo mismo nunca, en ningún sentido. Otro gobierno en otras circunstancias estará actuando en el país cuando finalmente -cualquiera que sea la fecha en que esto ocurra-, se informe del fallecimiento de Fidel Castro. Ahora consideremos los hechos inmediatos. El primero es que, una vez más, enfermo, muy gravemente enfermo, sin su viejo uniforme de combate, despojado de sus vistosas charreteras de Comandante en Jefe, y lastimosamente ataviado con un mono deportivo que no pega en su situación de salud, él está aún en plena capacidad de sorprendernos. Una vez más. Si no revisen las primeras planas y las pantallas de sus ordenadores. Su renuncia acaba de ponerles los pelos de punta a todos los servicios de prensa del mundo. Paradójicamente la última vez que anunció la renuncia a sus cargos fue en la edición del 17 de julio de 1959 del periódico Revolución. El propio Fidel escogió en los talleres del periódico los tipos más grandes para anunciar, apenas con seis meses en el poder, que la presidencia de Manuel Urrutia le hacía imposible su gestión como Primer Ministro del Gobierno Revolucionario. En realidad, era una estratagema para sacudirse de toda la retranca aún pálidamente contrarrevolucionaria que minaba su estructura. Es decir, en aquella fecha renunció pero para dar inicio a una revolución. El anuncio de hoy tristemente tiene todas las resonancias de que es para terminarla. El presidente ahora es él mismo, y debe dar paso a un nuevo equipo de gobierno, que de seguro en el área política se dirigirá hacia aguas de moderación y con los radares en barridos de alerta permanente ante cualquier amago de galerna. Es como la luz de una lámpara que discreta, furtivamente debe ser apagada."
NORBERTO FUENTES
Escritor
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